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LA PASCUA, RECUERDO SALVÍFICO DE DIOS

La Pascua es la festividad religiosa más importante de los judíos y cristianos, en la que celebran la vida misma de su fe. La palabra pascua, proviene del hebreo pesaj que significa paso. Tanto para unos como para otros, el significado de ese “paso”, adquiere relevancia dentro del contexto histórico religioso en el cual cada uno se encuentra enmarcado.

Para los judíos la Pascua (Pesaj) conmemora la liberación del pueblo Israelita de la esclavitud de Egipto, obrada por Yhaweh a través de Moisés. Su ceremonia consiste en la celebración de una cena en la cual se ofrece en sacrificio un cordero, el cual debería ser macho, sin defecto y de un año; también se comparten panes ázimos (sin levadura) recordando la salida presurosa de Egipto, en la cual no pudieron hornear los panes para el camino, sino que tuvieron que poner la masa al sol para que se cociera al calor de este.
Otros alimentos que se incluyen en esta cena son el Major o hierba amarga, que recuerda la amargura de la esclavitud; el Jaróset, que es una mezcla de manzanas y nueces amasadas con vino, que recuerdan la pasta que elaboraban los judíos para fabricar los ladrillos en Egipto y el Carpás, que son verduras que se remojan en agua salada antes de
consumirlas, simbolizando las lágrimas de los esclavos israelitas. Junto a esto se acompaña con una copa de vino que representa la liberación de los hijos de Israel. Esta festividad tiene lugar el día 14 del mes hebreo de Nisán; en el calendario cristiano suele celebrarse entre los meses de marzo o abril, de acuerdo con el ciclo lunar y al primer equinoccio de primavera.

Para la comunidad Cristiana la Pascua es un tiempo de 50 días, que va desde el domingo de resurrección hasta la fiesta de Pentecostés. Según la tradición relatada en los evangelios, previo a su resurrección, Jesús días antes había celebrado la cena de pascua con sus discípulos, compartió los panes ázimos y las copas de vino (tal como se hacía en
la cena judía), pero ya no se realizó el sacrificio del cordero, sino que el mismo Jesús se ofrecía como sacrificio agradable al padre, resignificando que ya no se conmemoraría la salida de Egipto, sino su propia muerte, por lo cual el sería el nuevo “cordero pascual”,
a través del que se sellaría la nueva alianza de Dios con el pueblo elegido, y su posterior resurrección liberaría a todos los que creyeran en él de la opresión, de la muerte y les concedería la vida eterna.

Tanto para judíos como cristianos la pascua es una remembranza de la acción salvífica de Dios, que sin importar las circunstancias acompaña a sus hijos predilectos y los libera tanto de las opresiones que ejerce el mundo sobre ellos, como de las esclavitudes espirituales que también los aquejan.

Que esta cincuentena pascual que iniciamos el 31 de marzo con la celebración de la resurrección llene nuestras vidas de alegría, esperanza, amor y sobre todo entrega a imagen de Jesús, que él siendo la vida, se entregó por nosotros para darnos vida en abundancia.

                                                                                             Sergio Tautiva